Mi carro viejo con llantas lisas, mis lentes remendados con alambre dulce, no conozco el color de mis paredes. El piso de tierra, las gallinas paseándose por mi sala, la vieja piscina ya no tiene peces de colores, ahora tiene anfibios, mi antiguo jardín está repleto de feas hierbas.
Ahora cuelo el café en mi vieja media, a la que tuve que hacerle un nudo porque el agujero era extenso. Mi pelo decidió abandonar mi cráneo para no ser torturado por mis constantes ideas. Mis zapatos viejos los miro con lástima, pues les he echo tantos agujeros suturando sus roturas. Mi viejo árbol decidió secar su tronco para no continuar soportando mi miseria.