Deméter, en la mitología griega, diosa de los granos (trigo, cebada, arroz, no piensen que tiene que ver con el acné y las ronchas de las picaduras de moscos y zancudos) y de las cosechas, hija de los titanes Cronos y Rea. Cuando su hija Perséfone fue raptada por Hades (voy a revisar si ya les conté esa historia) dios del mundo subterráneo, el dolor de Deméter fue tan grande que descuidó la tierra; no crecieron plantas y el hambre devastó el universo.
Aunque no lo crean Zeus se preocupó y le pidió a su hermanito Hades, el del inframundo, que devolviese Perséfone a su madre, no a la de Zeus sino a Deméter; Hades asintió, pero antes de liberar a la muchacha hizo que ésta comiese algunas semillas de granada que la obligarían a volver con él durante cuatro meses al año. Buena fórmula para los maridos infieles que se van detrás de una chica que les quita hasta la risa. Por lo menos regresarían por cuatro meses.
Feliz de reunirse de nuevo con su hija, Deméter hizo que la tierra produjese flores primaverales y abundantes frutos y cereales para las cosechas. Sin embargo, su dolor retornaba cada otoño cuando Perséfone tenía que volver al mundo subterráneo. La desolación del invierno y la muerte de la vegetación eran consideradas como la manifestación anual del dolor de Deméter cuando le arrebataban a su hija.
En esa época los griegos no conocían a Papá Noel ni la Navidad y se consolaban venerando a Deméter y Perséfone en los ritos de los misterios de Eleusis. El culto se extendió de Sicilia a Roma, donde se veneraba a estas diosas como Ceres y Proserpina. Recordemos que la mitología romana era una copia de la griega y solo cambiaron los nombres.
Feliz navidad y año nuevo. Por fortuna este teclado si tiene la letra eñe. El que entendió, entendió.
Edgar Tarazona Angel