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Soy el Ánfora que lleva al tiempo cargado en la espalda, recordándome que soy un simple mortal, cual fantasma va cargando las cadenas del tiempo, arrastrando en cada aro,  los segundos se van sumando, al gran karma, la cruz en cada aro voy dejando la huella y la piel.

Al principio el ánfora estaba llena desborda de vida, al principio se escurría el líquido de la vida, como el brillos estelar en la vía láctea, va desparramado en el indómito universo. Pero poco a poco se fue vaciando y empezó a recoger el polvo del camino y se fue vaciando más y más, y un eco retumbando, martillando sobre el acero del tiempo creando los aros de los segundo infinitos interminables.

Allí, empezó a resonar dentro del ánfora la voz del tiempo, que él es más lineal e indetenible, el mismo tiempo me recordó, que para él no existe, ni la noche ni el día  y que solo es un invento de mis antepasados para normar y sujetase al algo que pudiesen contar. Yo el tiempo no tengo cuerpo ni forma solo soy un formula matemática que los humanos la clasificaron así.

Yo soy algo muy superior a todo ello, soy más que un simple instrumento, cuestiónate el hecho de que estas fuera de este planeta, y lo ves todo, porque abajo es arriba y arriba es abajo, que ves? Un planeta azul y un sol que lo ilumina a la distancia, desde la perspectiva visual no existen noche ni día, desde allá arriba. Solo veras el universo infinito formado por estrellas  lejanas y otros millones de astros más.

Así, que los antiguos griegos me dieron el nombre del dios del tiempo chronos, y mi afilada oz, son las agujas que te recordaran tu efímera existencia, en este plano del ¡Ya! En este instante presente solo reina la incertidumbre de un posible futuro, si miras atrás solo recordaras mínimos instantes capturados en tu memoria, pero cuando ves al frente podrías estar ¡tumbado! no literalmente o caminando a un impredecible futuro, no me desperdicies, espero que lo hallas entendido.

El enfático tiempo, fue calcándome con sus extenuantes agujas, como tatuajes en la porosidad de la piel, su presencia cancerígena va corroyendo  como el oxígeno al metal poco a poco.

Sin embargo, mientras él seguía tejiendo sus cadenas, seguí caminando con optimismo el día a día, el ¡Ya! Mi presente, fui construyendo piedra a piedra  mí camino, librándome de la adversidad, golpe a golpe la dura batalla de la vida y dejando en claro que cada huella no ha sido en vano, que es mi sacrificio no póstumo porque mientras siga con vida y la sangre fluyendo en mis venas hay esperanza en un mañana.

Otro eco se dejó oír en lo más profundo del ánfora, cuyos pasos susurraban el rítmico latido del corazón del mismo, aquella masa musculosa adornada de enredaderas, compartía su simbiótica y análoga simpatía inseparable con el tiempo, nunca podremos escapar de ello siempre estaremos unidos a esta realidad en la piel,  mires, donde mires. Sin embargo me cuestionaré el hecho de abrazarme íntimamente al alzhéimer disiparme toda la memoria, ser niño y naufragar en el limbo de la nada.

 

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