De a poco llega mi vejez, como niebla
que humedece los cristales de mis ojos
mientras un niño aprende a hacer cometas
y yo le digo que la haga de su tamaño
para que se deje arrastrar
y vuele como ella.
Hace tiempo no escuchaba mi voz, me callé
ante el bullicio de mis cosas imposibles
resignadas a soñar con un buen ayer
para darme siempre historias que contar
a los demás mortales;
¡tanto que logré!...
*
Y la luz, en algún momento me encontrará
observando el ayer desde mis ojos
y allá la calidez de sus agrados
hablando del mundo y de nosotros
en un principio, imaginario.
*
Mi traje se llena de polvo, de pena
al quedarse nuevo esperando bailar
en una de las baladas de la fiesta
en ese momento típico del amor
y sentirme querido,
que me prometa.
No fui capaz de perseguir libertades
que me mostraron caminantes sin cruces
que me daban el amor por un instante,
y aunque la misma lluvia caiga del cielo
los sueños nunca lo harán,
no basta soñarles.
*
Y la luz, en algún momento me encontrará
observando el ayer desde mis ojos,
y allá la calidez de sus agrados
hablando del mundo y de nosotros
en un principio imaginario
que luego fueron cartas
que luego, al refrescarme en la ventana
se escapaban de mis pensamientos
para esperarme, en el mundo de nadie.
*