Ahora que estamos aprendiendo tanto sobre el LENGUAJE DEL TERROR impuesto por el REGIMEN DEL AMOR, vemos como nos traen al presente el más abominable e inhumano de todos los delitos que se haya cometido a través de la historia de nuestra especie en el planeta como lo ha sido la esclavitud; esta perversa y vergonzosa práctica de vender personas negras para emplearlos en tareas forzadas alrededor del mundo. Ahora que, por fortuna, ya no queda mucho en la sociedad del repugnante sentimiento racista, intentan llevarnos de nuevo a una despiadada lucha de razas, que ni antes ni ahora es digno del Ser Humano, todo lo contrario, el racismo es ícono de una paupérrima y escaza humanidad en cualquier persona, sea quien sea quien la promueva.
Pero, también ya sabemos que el REGIMEN DEL AMOR nos cambió el orden del juicio condenatorio valiéndose del LENGUAJE DEL TERROR, entonces ya tenemos claro que el valor del bien y el mal están invertidos; por la misma razón ya nos dimos cuenta que no es del todo malo ser esclavo ni esclavista, que todos debemos ser esclavos unas veces y otras tantas debemos ser esclavistas. Por ejemplo:
- DEBEMOS SER ESCLAVOS DE:
Nuestra voluntad para despertar y ejercer dones y talentos. Atentos y esclavos del proceso para llegar a la meta; del trabajo para concretar y realizar el proyecto de vida.
Nuestro compromiso consigo mismos y con la sociedad. Ilota y asiduo de la coherencia para esperar de la vida solo en la medida de nuestro aporte a la misma.
Nuestra decisión soberana de renunciar al miedo, a la falta de confianza en sí mismos y a cuanto resabio pretenda desvirtuar nuestro esfuerzo por lograr las metas trazadas.
Nuestro sacrificio para no ceder ante los placeres y goces de la vida mundana cuando estos nos restan tiempo y energía necesarios para trabajar por la oportunidad.
- DEBEMOS SER ESCLAVISTAS DE:
La pereza, la modorra, las excusas para no maniobrar y echarle la culpa a todo lo ajeno a nosotros mismos.
La envidia, el egoísmo, la inquina que impiden volcar nuestra atención a nosotros mismos y nos induce a ocuparnos de los demás.
La ambición por conseguir algo fácil; La vida es justa y equitativa, de tal manera que solo devuelve lo que recibe.
También es cierto que existen muchas otras formas de esclavitud como por ejemplo la de aquel fulano que se autodenomina rebelde que lucha por la libertad mientras sucumbe orgulloso ante todo tipo de vicios y debilidades. La esclavitud moderna es una adicción a la que pretenden llamarle libertad.