Tal vez estos nombres sean desconocidos para muchos de mis lectores: Roy Rogers, Hopalong Cassidy, Bat Masterson, Red Rider, El llanero Solitario (este último no tanto porque se hizo una película hace unos años). Pues estos y otros fueron héroes que llenaron las horas de niños y jóvenes, y algunos adultos antes de que la tecnología inundara el planeta.
Los western o películas del viejo oeste norteamericano estuvieron de moda muchos años y llenaban las salas de cine para mostrar pistoleros con enorme velocidad para desenfundar y disparar. Por supuesto, al lado de los matones aparecían los Sheriffs y pistoleros buenos que se ponían del lado de la ley para defender a los indefensos pueblerinos o mujeres viudas. El esquema general de estas cintas era sencillo: malos contra buenos y, al final, siempre triunfaba el bien.
Pero, quiero referirme a las historietas, cómics o cuentos como los llamábamos antes, esas revistas en cuadernillo que salían cada mes y llenaban las horas de niños y adolescentes cuando no existían todos los aparatos electrónicos que hoy son comunes, hasta la TV era limitada; aquí en Colombia había un solo canal y transmitía unas pocas horas cada día. en otra oportunidad hablaré de las películas.
Claro está que también existían las novelas de bolsillo, unos libritos de pequeño tamaño, como su nombre lo indica, con relatos del oeste americano, llamado también Salvaje Oeste, con héroes de la pistola que defendían a los débiles de los grandes ganaderos y latifundistas aprovechados y con velocidad increíble para desenfundar y disparar; a la memoria se me vienen dos autores que me llenaron horas de aventuras con sus letras, Marcial Lafuente Estefani y Clark Carrados, este último también escritor de Ciencia ficción.
Algunos de los vaqueros y pistoleros si existieron en la realidad como Buffalo Bill y Billy the Kid, este último fue un niño matón que pasó a la historia porque se convirtió en asesino buscado por muchos estados y fue asesinado demasiado joven. Todos aparecían en cuadernillos tipo comic. Hoy son recuerdos para los adultos mayores y coleccionistas de esta clase de revistas y, como se dice en las ceremonias fúnebres, Paz en sus tumbas.
Edgar Tarazona Angel
