Hasta hace unos años las cosas tenían un nombre y se les nombraba en forma directa: el que no veía era ciego, el bobo era bobo, la persona detenida era un preso, el homosexual era marica y la puta era puta. Ahora no, el ciego es invidente, el bobo tiene síndrome de Down, el prisionero es un interno, el homosexual es un gay y la prostituta es una trabajadora sexual.
En otros tiempos sólo las damas de la alta sociedad empleaban eufemismos para referirse a algunas cosas o situaciones… y también en algunas regiones del interior, por eso los costeños tenían y tienen fama de mal hablados: porque a cada cosa le dan el nombre que es, ya lo mostró Gabo en “Cien años de soledad” con Fernanda del Carpio, una mujer del interior (cachaca) con ínfulas de aristócrata, que utiliza eufemismos para las cosas más simples lo que causa la hilaridad de las mujeres costeñas.
Pero me salí del tema, debo empezar por decir que es un eufemismo: (Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός). m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Pues es cierto que algunas palabras o expresiones suenan muy feo en determinados lugares, pero es que los medios de comunicación se han encargado de acuñar y difundir algunos eufemismos que no tienen cabida; esto se ve en los reinados de belleza; las candidatas ya no tienen nalgas o trasero sino derrier, o pompis. Por supuesto que decir que fulana de tal tiene un culo de campeonato suena a vulgaridad, así sea verdad, pero es que los vocablos almibarados se salen del contexto además de ser extranjerismos.
Recuerdo la época donde encontraba uno paralíticos, lisiados, cojos, tuertos, mendigos, hambrientos, tristes, amargados… ahora son parapléjicos, cuadripléjicos, depresivos, y no sé que más…
Con las profesiones se dio un vuelco grande. Antes se hablaba de los dentistas, oculistas, modistas, peluqueros, cocineros… hoy son odontólogos, oftalmólogos, diseñadores, esteticistas, chefs. los nombres originales con los que se nombraban las cosas, las personas, las enfermedades, ya son del pasado, por la moda, manía o como se llame de darle un tinte de elegancia al buen decir, al buen hablar se ha cambiado el léxico pero no para mejorar , es cuestión de la moda tratar de que suene o se vea más bonito. Ya lo dije en otro artículo (ver EL VERBO PONER), hasta los verbos han cambiado porque es eufemístico acomodar colocar cuando debía usarse poner.
El chofer ahora es conductor y la sirvienta empleada del servicio, la señora del aseo en los edificios ahora es la encargada de Servicios Generales y el bendito celador Guardia de Seguridad. El loco es un insano y el manicomio donde siguen estando los orates ahora es una Clínica psiquiátrica. Miren que uno se tronchaba un pie, o como le decían los amigos una pata y acudía donde el sobandero que de pronto se convirtió en quinesiólogo y luego en fisioterapeuta; no digo que estas profesiones no existan pero no llenemos de títulos y grados a quienes no los poseen. Los yerbateros y brujos de pueblo se trasladaron a las grandes ciudades y se convirtieron en adivinos, botánicos, médicos naturistas, videntes…
Claro que los eufemismos existen desde tiempos remotos, en especial lo relacionado con el sexo y a las funciones fisiológicas; se justifica en algunas oportunidades porque sería muy feo escuchar en una visita a la niñera decir: “señora, el bebé esta cagado y meado…” ahhhh, aquí si cabe decir que se hizo popo. Pero eso de pipí por pene y la cosita por vagina son cosas del pasado. Si miramos la TV española, como ejemplo, allí al aire en vivo y en directo sueltan unas andanadas de vulgaridades que tampoco hay derecho. De la misma manera tampoco hay que ventilar todas las intimidades de alcoba porque queremos parecer francos y sinceros.
El acto sexual se denomina con eufemismo hacer el amor. En la literatura del siglo XIX y anteriores esta expresión jamás se refería a las relaciones íntimas sino al galanteo, la seducción, los avances en la conquista amorosa. Claro que en este caso si es preferible el eufemismo a decir coito, cópula o las denominaciones populares: pichar, tirar, castigar a la pelada, el uno dos tres, los españoles llaman joder y acá si que se puede armar tremendo lío. En Colombia joder es sinónimo de molestar, mientras en la península a echar un polvo lo llaman joder o follar; imagínense un rector español que desconozca la connotación y entre un profesor a su oficina y le diga:”Señor rector, entré al salón de noveno A y todos los estudiantes están jodiendo”. Pues sin llegar a eso de hacer el amor por no decir copular, en todo el mundo se emplea el eufemismo echar un polvo y ya… pero ¿qué tiene que ver el susodicho polvo con una relación sexual…? Digo.
Lo que quiero decir es que hay un término para cada cosa y que por razones morales, éticas, religiosas, de urbanidad o de lo que se quiera se han acuñado palabras para significar lo mismo pero quitando la carga emocional, sentimental o lo que sea que dan peso al significado real. Al pene se le dan demasiados nombres para no nombrarlo y algunos son hasta risibles: pito, pija, pinga, trompiliso, caricortao, cíclope, cabezón, pájaro, polla, pipí, chichi, azote, guazamayeta, tronco, tronquito, chorizo, longaniza, pirulí, gusano, plátano, serpiente, etc. Y ni que decir de la vagina: cuca, arepa, bizcocho, pan, manzana, paraíso, mechuda, peluda, etc. Y una puta o prostituta se transforma eufemísticamente en bandida, fulana, fufurufa, culipronta, patialegre, sucia, barragana, vagabunda, etc.
Me puse a divagar y se me fue el hilo de lo que deseaba comunicar pero acá lo retomo; el asunto es que a situaciones, lugares, personas, cosas comunes se les dan nombres diferentes no solo por darles decencia sino, también, para que adquieran un nuevo matiz de elegancia y distinción; y es ahí donde florecen los extranjerismos, los neologismos y nuevos vocablos que se acomodan sin necesidad. Algunos ya están incorporados a la conversación cotidiana como boutique, bulevar, consomé, champaña, bistec, que son simplemente una tienda elegante, una avenida, un caldo simple con sabor a pollo, un vino blanco o rosado (en realidad la bebida champaña no existe, existe un lugar con ese nombre donde se produce y de allí le acomodaron el nombre, igual ocurrió con el Oporto) y un pedazo de carne…
De pronto se acabaron las heladerías y se transformaron en creams, las sancocherias ahora son restorants y por cuenta de los eufemismos, para que suene más chic, ahora uno esta in o out, hay chicas y chicos popof, plásticos, gomelos, de dedo parado… el calvo es alopático, el borrachín es un dipsómano, el jugador compulsivo es un ludópata y el niño fastidioso y malcriado que antes era un chino desgraciado ahora es un hiperactivo.
El marido sinvergüenza y mujeriego lo llaman adicto al sexo y la casada medio puta es ninfomaníaca. No hay estudiantes desaplicados y vagos sino con bajo rendimiento académico y en los colegios desaparecieron los reglamentos para dar paso a los Manuales de convivencia. Las multas de tránsito perdieron su nombre y lo cambiaron por comparendos y el maldito pase de chofer y ahora es licencia de conducción.
Si pensamos en las enfermedades comunes y silvestres la bendita y eterna gripa se renombra influenza que abarca desde el resfriado hasta la pulmonía doble, vaya cada uno a saber de que lo vacunan porque me dice un amigo médico que hay más de 400 variedades de influenza y cada una requiere de su vacuna específica. El dolor de cabeza se multiplico y hay casi tantas variedades como la influenza: migraña, cefalea, gadejo (ganas de joder) y quien sabe cuantas más. Me pongo a pensar como se le dice ahora al cólico miserere pero no encuentro respuestas.
Como siempre… o casi siempre, dejo el tema abierto porque estoy seguro que queda mucho en el tintero pero cada lector a según sus experiencias y para sí mismo, puede agregar todos los eufemismos de su cosecha.
Edgar Tarazona Ángel