En Colombia se nos volvió normal, sin duda por lo cotidiano,
Que el bueno se engulla al malo y, de la misma manera, que
El malo se engulla al bueno mientras contemplamos inertes;
Donde la condición de ser bueno o malo está determinada o
Solo depende del lado de la mesa desde el cual observamos el
Sombrío panorama que, en ambos casos, devasta a la nación.
El bueno siempre estará al lado y el malo siempre al frente.
Confusión? ¡Tal vez!, falta de justicia? ¡De pronto!, falta de
Confianza en el sistema y sus instituciones? ¡Puede ser!...
Sin duda, son innumerables las causas que nos han llevado,
Poco a poco a esta sensación de impotencia e incertidumbre
Tan generalizado en una gran mayoría del pueblo Colombiano;
Lo cierto es que ambos bandos se embuchan el uno al otro y
El otro al uno, mientras las nación se asoma a contemplar de
Qué lado son los muertos y condolerse: “si son MIS muertos”
O, lo contrario, para regocijarse: “si son TUS muertos”.
Sin embargo, la realidad es que nos estamos liquidando entre
Hermanos colombianos, y ésta condición debería ser suficiente
Para que nos doliera por igual: “TUS muertos y MIS muertos”;
No puede ser que TUS muertos valgan menos que MIS muertos,
No es racional que MIS muertos valgan más que TUS muertos”.
En ambos casos es la vida humana la que está en el centro y no
Existe un solo valor en el Mundo, similar o superior al valor de
La vida. El valor de la vida no tiene etiquetas ni está sujeto a
Normas o leyes; simple y sencillo: la vida tiene que primar por
Encima de toda otra condición.
Cuando TUS muertos no me duelen, tampoco MIS muertos te
Han de doler; y así patinando en este lodazal de indiferencia ante
La diferencia no escuchamos el grito de la consciencia racional
Que nos reclama mientras proclama que son NUESTROS muertos.
Matemos de una vez por todas a la utópica paz para que acabemos
Ya, con la maldita guerra y vivamos ¡por fin!, como todo animal:
“Sin juicios, sin normas; sin calle ni hogar”.