-¿Cómo podría pagarte, padre, el haberme enseñado a amar los cuentos y los hechos heroicos, y la patria y la vida humana en toda su grandeza y en todas sus debilidades? -El libro de las leyendas: "La leyenda de una deuda".
Selma Lagernöf
Esta es la historia de una escritora ejemplar que tuvo una vida igual de apasionante que sus obras y que logró, a base de esfuerzo y valentía, ser la primer mujer en obtener el Premio Nobel de Literatura gracias a ese estilo particular, romántico e imaginativo para contar tantas historias, que han dejado en el lector la sensación de adentrarse en un mundo lleno de fantasías y realidades entrañables, que aún antes de finalizar la lectura, ya se antojan conocidas y amadas.
Selma Ottilia Lovisa Lagerlöf, mundialmente conocida como Selma Lagerlöf nació una oscura noche del 20 de noviembre de 1858 en Marbacka, la antigua casa solariega de la familia que fue centro de inspiración para muchas de sus novelas y su motor de vida. Se encuentra ubicada en un pequeño pueblo en Värmland, a unos 400 kilómetros al Oeste de Estocolomo en Suecia Meridional.
Su padre, Erik Gustaf Lagerlöf fue un teniente escribiente del regimiento de Värmland y su madre, Elisabet Lovisa Wallroth, pertenecía a una familia de comerciantes de Filipstad y pastores presbiterianos. El matrimonio de ésta pareja se llevó a cabo en 1849 y procrearon cinco hijos: Anna, quien murió muy joven víctima de la tuberculosis, en 1875. Daniel, médico graduado en la Universidad de Uppsala. Johan, cabeza de la familia luego de la muerte del padre y quien pagó los estudios de Selma, -ésta se inspiró en su vida para escribir El Desagravio-. Selma, y Gerda, la más cercana a la literata.
En la finca vivieron también los abuelos de la escritora: Daniel Lagerlöf y Elisabeth María hasta su muerte ocurrida en 1852 y 1864 respectivamente. Ésta última fue la responsable de esa imaginación pura y exquisita que caracterizó a Selma y quien le regaló, a través de sus narraciones y lecturas, el amor por la literatura.
Fueron ella, y Erik Gustaf quienes la educaron, ya que, al padecer una displasia infantil en la cadera, de la cual nunca se curó por completo, se vio obligada a llevar una vida lejos de los otros niños, encerrada en la finca casi todo el tiempo pero disfrutando de las historias de su abuela que ensalzaban las maravillas y prodigios del mundo, así como cuentos de hadas, leyendas, aventuras que se desarrollaban dentro de las haciendas de Värmland y que contaban el glorioso pasado de estas tierras amadas. Caballeros y princesas desfilaban por igual en sus relatos de la mano de supersticiones y andanzas milagrosas, mientras la niña, dejaba volar la imaginación sin tiempo para la monotonía y el aburrimiento.
Así fue como aprendió a admirar cada una de las palabras de Anderson, su escritor favorito. A los 7 años de edad leyó el libro de Mayne Reid, Oceola. El legado de esta obra fue la inquietud de escribir historias propias, este anhelo aumentó considerablemente a los nueve años, gracias a la invitación de uno de sus tíos para pasar el invierno en Estocolmo, en donde tuvo la oportunidad de conocer el maravilloso mundo del teatro.
Quedó tan fascinada que de regreso a Marbacka pasaba ratos interminables representando ante sus hermanos las tramas presenciadas. Desde aquel momento se enraizó en su corazón el anhelo ferviente de escribir grandes dramas haciendo que considerara una pérdida de tiempo enfrascarse en lecciones inútiles de aritmética que no hacían más que alejarla de su verdadera pasión.
A los diez años ya había leído La Biblia, por supuesto las obras de Andersen y de los Hermanos Grimm, Esaías Tegnér, Carl Michael Bellman, Alexandre Dumas (padre) y Walter Scott, entre otros.
A los doce años, escribió su primer poema inspirado en su venerada Marbacka, iniciando así su trayectoria literaria. En 1873 fue enviada a Estocolmo a estudiar, contaba con quince años. Para entonces, tenía muy claro en su mente que no congeniaba con las labores domésticas ni manuales, sin embargo, debió interrumpir sus estudios y regresar al hogar luego de que los años de bonanza de la familia terminaran debido a la precaria administración de la hacienda y al alcoholismo en que su padre cayó incapaz de sobrellevar la ruina, situación que empeoró su salud.
Fue durante esta crisis cuando Johan, decide tomar las riendas de un conflicto que terminó por rebasarlo, a pesar de sus esfuerzos por sacar adelante, a través de la agricultura, a la familia. Selma comprendió que era necesario tener una profesión para poder hacerse cargo de si misma, sin embargo, no tenía dinero para continuar sus estudios. Su hermano Johan, en un gesto de nobleza por el cual Selma le agradecería y ayudaría de por vida, a pesar de las carencias económicas, le consiguió un préstamo para que pudiera regresar a Estocolmo a estudiar.