De luceros pletórica
la noche ve avanzar
un idílico carruaje,
hiriendo a golpes el silencio
en trote acompasado.
Su paso revive la historia
atrapada en el fortín de piedra,
la nostalgia aviva
el poder seductor de los balcones,
y la fragancia de amor
de la estrechas calles.
Una silueta inconfundible
- claroscuro de la noche -
la mente guarda
de cúpulas, murallas y baluartes,
un recuerdo el corazón
del nostálgico murmullo de las olas:
mi lamento de amor
perdido en la distancia.
A la media luz de las velas,
en el fragor del plenilunio,
los argénteos rayos invitan al romance,
la mesa, de tus rosas adornada;
busco tus manos...
las encuentro ausentes.
Y las tibias arenas de la noche,
por el rumor del mar adormecidas,
mi planta solitaria sienten,
una sombra soy
en la inmensidad del mar,
que tu sombra busca inútilmente.
Luis Maria Murillo Sarmiento ("Poemas de amor y ausencia”)