Chimichagua dónde está mi morena. Si la ves, acércate y dile de mi parte, que ya llegué y quiero verla. Dile que mis ojos desean ver, nuevamente, su presencia en tus coloridos paisajes. Dile, en secreto, que las brisas de diciembre anticiparon su llegada al mes de julio, para abrazar su silueta, besar sus mejillas, acariciar sus cabellos, refrescar sus tardes, barrer tus calles; para que sus pasos no tengan tropiezo al mover su perfecta figura y, especialmente, su anticipo es debido a que desea obtener ese aroma a primavera que en los días de verano tanta falta le hace y que ella siempre lleva impregnada en su piel morena. Dile que volví para ver sus miradas, mirar sus sonrisas, reír con sus carcajadas, observar su caminar saltado, dile además, que volví porque extrañaba sus palabras, sus ideas locas y su aventura exploradora. Dile que extraño su ser. Dile eso de mi parte. Y si soy yo quien la ve primero, le diré, influenciado por mis mejores emociones, que deseas sentir sus pasos saltados una vez más en tus suelos; que deseas regalarle las sombras de todos los árboles que en ti habitan; escuchar en eco las carcajadas de sus alegres risas; reflejar su rostro en los espejos de agua de tu ciénaga. Brindarle de recuerdo una noche silenciosa, iluminada por millares de estrellas y una luna llena en tus playas de verano.