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De repente estamos de regreso.
Es el mismo lugar inconfundible. Apenas destruido.
Esas puertas que tragan como monstruos las luces,
el amplio balcón, ahora sombrío
huérfano de arreboles
vacante de  luces, esqueleto yaciente
entre las impolutas  murallas,
el polvo  pálido que trepa la escalera...
las llamas que ardieron sin tregua.

y esos caballos marchando de  alcoba a alcoba,
los arcos colgantes, la chimenea, hundida en la herrumbre,
los espejos rotos, las vigas  torcidas.
lo recuerdas? allí bajo la densa ceiba
platicamos, voz de susurros y de sueños,
a lo lejos el rumor del agua cayendo al vacío,
el canto inconfundible de los pájaros,
de pronto se tronchaba un ala,
y de nuevo subíamos a la majestad de un sereno cielo,
tejíamos como ávidas manos el  complejo telar de nuestras vidas.

Mas.. a veces el agua se fugaba de la orilla,
irremediable surgía el desnudo abismo,
que nos separaba,
y la sal caía a saco petrificando,
y mórbida piedra formaba, como calcárea roca
el vuelo de Ícaro de nuestra utopía,
y de nuevo como Sísifo, remontábamos la agreste roca,
con la antorcha temeraria entre las manos,
esa luz  incendio los cielos
desde el primer día.

No es momento de apostasías,
no pueden las palabras, callar el mundo que creamos
los girasoles de nuestras cándidas  y torrenciales primaveras,
Allá están las estrellas parpadeando
con ellas la larga noche se hace  un miraje  apenas
que nos toca, el justo  y preciso punto
en que te nombro y te creo  por la mágica palabra,
a veces eras sol restallando en la pupila de mis sueños,
un hondo grito ahogado en el recuerdo,
un temblor de miedos milenarios,
una esperanza rota, como  una vasija prehispánica
pisada en la búsqueda, en la vigilia infinita,
un desierto de arenas  cambiantes y salobres
el agreste cansancio de los hombros,
las llagas en las manos, el titánico trabajo,
una manta rodante, que detuviera el frío,
una nueva cuna  de angustias y esperanzas,
un amanecer  radiante de sueños
cayendo como un nuevo diluvio
que  bañaba mi alma y mis huesos.

Allá el pasto creciendo, inexorable
irrevocable abarcando el confín  innombrable
el tiempo que perezoso avanza
como si esperara algo inaudito
el  martillar acompasado de los frágiles segundos,
el canto de los monjes, los pies que se arrastran,
un  paraíso escondido que atisba
desde el fondo del mundo, nuestras manos que  tocan,
el ojo vaga impreciso entre las rosas, coronadas de espinas,
las flores mutiladas, primaveras segadas,
junto a las botas militares abandonadas,
un ángel que cruza pensativo,
con la luz apagada de sus ojos
una luz que  vino del principio
del ignoto y remoto ayer
antes del café de la mañana
y de pronto otra vez el campo se oscurece,
de nuevo la lluvia pertinaz y el fogonazo del relámpago.

Como saber si somos los mismos de ayer?
si  el jardín esta sin flores,
despojos de caravanas, diseminados en kilómetros,
si fuimos los primeros jamás lo sabremos,
hay huellas de otros pasos en el sendero,
el universo nos trae voces envueltas
en el sacro misterio del comienzo del tiempo,
hay una puerta  inmensa  que se abre
allá en la esquina, la puerta angosta,
una corriente fría, cala los huesos,
y regresa como reconociendo apenas el paisaje,
los goznes se quejan, cuando el viento sopla,
se oyen pasos  que se alejan, la estrecha puerta vibra.

como saber en cual de ellas
el ávido porvenir camina,
y no la regresión remota?
Ahora el ancho cielo iluminado, cabe en las cuencas de mi mano,
de los árboles, las rojas frutas se ofrecen,
y en el infinito mar, los peces  también esperan
he lanzado mis redes, una y otra vez
y el espejo de agua flota suspendido
en las  primeras llamas, del comienzo del tiempo,
de nuevo lanzo las semillas, la piedra prehistórica,
rodea  en círculos  los pequeños lagos,
que  reflejan el ritmo del hombre, la matriz del tiempo,
el ayer que se disuelve, las espadas rotas,
los gritos moribundos, los niños llorando por el pan,
los cuerpos insepultos, el aleteo de las moscas,
y en l borde del tiempo, mis manos que te buscan como ayer,
nuestro fuego de besos, que afirma el amor,
alguien da una cobija al mendigo,
alguien degüella a un hombre justo, que no se rindió..

No hay duda que  es el mismo lugar, escucho el agua
cayendo infinita hacia el fondo del abismo.

 

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