La plaza esta desolada
vacía, pálida, sola.
En Quito sus puertas están cerradas.
Los sueños adormecidos,
cuando paso por la plaza
dan ganas de llorar.
No se oye la voz de los toreros.
Ni el bramido de los toros.
No queda nada.
Los aficionados soñamos que algún
día la plaza abra sus puertas
para ver la corrida.
Nuestras súplicas son vanas
el poder puede más que los taurinos
extrañamos la fiesta brava
donde sueños hilvanamos
ahora ni sueños
ni hilvanes quedan.
Lloramos como la zarzamora
aunque las lágrimas inunden el ruedo
Sin fiesta brava quedamos.
La plaza cerrada
Parece una casa sin dueño
hemos dejado en la plaza
algo que no recuperaremos
sino nos abren las puertas.
Delia Eloisa Dousdebés Veintimilla
21/08/2018