Padre, me reconozco
indigno de este cielo azul
que me cobija, la madre
tierra que me contiene;
de tu luna, tu sol, las nubes
que multiplican alegrías o
tristezas. Indigno soy del viento,
la brisa que besa mi boca
y estremece mi ser; del día
que se viene sobre la ventana
de mis ojos; la noche y sus
muertos, que sueltas de
tu puño como fantasmas,
sobre la espalda del mundo.
Altivo soy, Señor Dios;
mi paso orgulloso, autosuficiente
te olvidó, olvidé tu creación
y traicioné tu esencia en mi.
Oh! Señor Dios, sálvame de esta
ruina que soy; recrea mi
atormentado espíritu; confirma tu
Esencia Divina, y rescátame
en colibrí, gota de mar, murmullo
de hoja; en hamaca de brisa
al vaivén de tu sonrisa.
Solo así Creador, este soberbio
trazo, hallará sosiego bajo tus plumas
de poeta; y desbocado en
verso develar tu creación divina.