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La casa oscura,
escondía tras sus muros
el quejido del viento
de aquellas blancas ventanas mudas.
Cuanto ha pasado de aquel invierno,
tras las rejas grises
y el cielo pálido
al atardecer.

Mira que el ocaso está llegando
y mi tiempo aún no ha partido,
si entre el vacío y el silencio
se ha quedado dormido el verano.
Si todo fuera llegada,
la partida no sería visible
y el tiempo tan solo un duende dormido
entre mis sábanas oscuras.

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