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De mi libro" Kafuringa" 
libro primero, canto segundo, poema sexto.

VI

Montaña diminuta verde y seca,
recibe el agua tibia hasta taparla.
Emerge luego intacta y se la traga,
dejándola prontita y algo hinchada.

La mano firme y bien disciplinada,
le hunde el metal hueco y adornado,
del lado superior esta bien plano,
y abajo su final esta agujereado.

Una caldera negra y barrigona,
colgando sobre el fuego está esperando,
y apenas hierve el agua allí en su vientre,
expulsa su vapor y va silbando.

Comienza entonces el añejo rito,
de la gente del sur con entusiasmo,
amanecer sin él es un delito,
desayunar con él es un encanto.

La mano izquierda aguanta el recipiente,
la otra vuelca el agua bien despacio.
Emerge la espuma tan linda y verde,
y el viejo se lo brinda así al muchacho.

Empiezan con el mate amargo y bueno,
el día que despunta bien temprano.
Don Pedro está contento por tener,
de amigo a Kafuringa allí en su rancho.

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