Epílogo
Así era, incrédulos, la jerarquización de las personas hasta en la muerte. Hoy, hasta los más pobres, se van para el otro mundo en ataúdes de lujo que ya quisieran muchos difuntos esas comodidades en vida.
La diferencia grande está en que los ricos siguen su vida sin más y los pobres quedan endeudados hasta el pescuezo porque morirse cuesta caro. El muerto al hoyo o al horno y los vivos a pagar por cuotas los servicios funerarios.
Por esta vez cierro el tercer capítulo y espero que no estén cansados para seguir con estas reminiscencias.
Edgar Tarazona Ángel
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