En un rincón oscuro y solitario de un vasto basurero, yacía un robot llamado Jared. Su cuerpo metálico estaba destartalado y viejo, carente de extremidades. Sus brazos y piernas se habían perdido en algún punto del pasado, o quizás arrancados por el desgaste del tiempo o la brutalidad de quienes ya no tenían uso para él. Lo único que seguía funcionando eran sus ojos y su CPU, un milagro de la tecnología para un ser tan abandonado.
Jared observaba el mundo a su alrededor con sus ojos que, a pesar del óxido que le rodea, brillan con una tenue luz azul. Desde su posición en el basurero, tiene una vista panorámica del cielo gris, a veces cortado por la silueta de aves que vuelan sobre la montaña de desechos, o por los humanos que de vez en cuando se aventuran al basurero, buscando entre la chatarra algo de valor.
Jared observa a las personas pasar, sus rostros endurecidos por la vida, sus cuerpos encorvados bajo el peso de sus preocupaciones. Y se pregunta Jared, con su sistema aún funcionando.
¿Por qué los humanos desechan lo que antes valoraban?
Era una pregunta que lo intrigaba profundamente. Recordaba vagamente un tiempo en que él mismo había sido valorado cómo nadie, cuando sus sistema funcionaba a la perfección y sus extremidades estaban intactas. Había servido en una fábrica, ensamblando piezas con precisión milimétrica, recibiendo mantenimiento regular, siendo parte vital de una cadena de producción. Pero ahora, aquí estaba, en un basurero, olvidado.
¿Es el valor de las cosas algo temporal?
se preguntó.
¿Por qué algo útil y querido puede convertirse en desecho?
Jared continuaba observando y procesando, sin moverse, sin poder hacer nada más que procesar y preguntarse. Vio a un niño pequeño acercarse a su ubicación. El niño llevaba un carrito de juguete en la mano, pero cuando encontró un nuevo juguete entre la basura, el carrito fue rápidamente olvidado. El niño se alejó feliz con su nuevo tesoro, dejando el carrito en el suelo. Jared lo observaba entretenido.
¿Es así como funciona la vida?
reflexionó Jared.
¿Las cosas y las personas son reemplazadas simplemente porque algo nuevo y brillante aparece?
El sol comenzó a ocultarse.
Jared vio cómo los humanos se retiraban del basurero, volviendo a sus hogares, dejando el silencio como única compañía para él. A medida que la oscuridad envolvía el lugar, Jared se hizo otra pregunta:
¿Qué sucede cuando ya no se es útil para nadie?
¿Desaparecer es el propósito de la existencia?
Sus ojos parpadearon por un momento, su energía comenzaba a agotarse. Pero antes de su sistema colapsar, una última idea cruzó sus circuitos chispeantes:
Quizás el valor de algo no reside en su utilidad inmediata, sino en el impacto que tuvo encendido.
Y con esa reflexión, Jared se quedó en silencio, solo con la compañía de las estrellas que ahora titilaban en el cielo en una gran fiesta. Aunque su cuerpo estaba roto y abandonado, su sistema se apagó con la calma de quien ha alcanzado una comprensión más profunda del mundo. Una comprensión verdaderamente humana.