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Una mañana brillante y sencilla de una antigua primavera. Así la estoy viendo, sentado en el umbral de la puerta de mi casa,  abierta de par en par, no existe la inseguridad. Cómodo, saboreo una roja manzana que mi madre me alcanzó, sin olvidar una de sus sentencias! la manzana es buena, tienes que comer mucha fruta!


En la vereda de enfrente, Doña Juana, con sendas bolsas colgando de sus manos, conversa animadamente con la vecina nueva. Desde el interior de mi casa se dejan oír los traqueteos de las maquinas. Frente a una de ellas, mi padre trabaja a destajo en su taller, canturreando una canción gallega tras otra, por que nunca termina ninguna de sus letras. El vino de España dice que allí le gustaba bailar. Mis abuelos siguen en su tierra.

Mi madre en la otra maquina, me la imagino con un trozo de hilo de coser en la comisura de los labios, ya que con frecuencia, tiene que cortarlos con los dientes para no perder tiempo, pero lo hace con alegría, tienen su propia mini empresa. Que les permite criarnos a todos. De a ratos quiere acompañar cantando a papá, pero no sabe mas que tres o cuatro palabras, así que eleva su tono agudo como un ave e igual de corto su trino. Nunca están tristes.

No están ninguno de mis hermanos, vendrán a la tarde. Unos después del trabajo, otros después del colegio. Y de los ocho que somos, ya tres no viven con nosotros pues se han casado, lastima el Ale que estudia tan lejos, solo viene en las vacaciones. Que feliz esta mi padre con el, sabe que alcanzara un titulo y le da mucho orgullo. Yo lo extraño mucho.

En cualquier momento vendrá alguno de mis dos amigos, siempre nos reunimos en mi casa. Ahí sale don José con sus jaulitas, para colgarlas en clavos que puso en los árboles de su vereda, es fanático de los jilgueros, pero últimamente tiene gran orgullo de un cardenal amarillo que canta como los dioses, según él. Nunca entendí bien como se distinguen los cantos de los pájaros, pero los que saben los distinguen y valoran. Todos los días don José repite su rutina, cuelga cuatro jaulas y se sienta en una silla baja de junco, esta jubilado, disfruta su vida de esa manera. Le gusta conversar con quien se digne a escucharlo. Suele contar historias extravagantes. Sabe de un hombre que en pocos bocados se come cuarenta huevos fritos, y gusta explicar cual es el procedimiento que hace sencilla la operación. A uno de sus hijos ya mayor, le gustan también los pájaros. Contó que una vez, en Córdoba viajando por las sierras se detuvo, por que escuchó cantar un jilguero, cuyos repiques y arrimes eran tan extraordinarios, que decidió dejar su familia en el hotel del pueblo, y al otro día volvió al lugar con una jaula para intentar cazar al avecilla. Dice que estuvo toda la mañana pero no logro capturarlo. Se me ocurre que a el, le gusta también contar anécdotas exageradas. Y el otro hermano trabaja en Obras Sanitarias y habla siempre de Perón, cualquiera que lo escucha diría que trata con el todos los días.

Allí en la esquina esta el turco Muni, el planchador de camisas, esta como siempre, apoyado en la columna de alumbrado, mirando tranquilo a cualquier parte, es su momento de descanso, sale para charlar con alguien. Es muy buena persona, muy educado, formal y retraído, quizás por eso tenga pocos amigos. Recién estuvo charlando con Mingo, el vendedor de frutas, que pasa siempre con un carrito de mano cargado de duraznos y naranjas. Se alejo gritando su pregón muy particular.! Hay duraaaazno y naraaanja señora vea que baraaato!.

El tano de enfrente se fue temprano, su nueva señora, petisita como él, sale para hacer los mandados a esta hora todos los días. Y los domingos el hombre, como buen albañil, esta terminando de construir su casa. Es muy trabajador, de poco hablar y respetuoso, las pocas veces que conversa con alguien, el tema es de trabajo, nunca habla con niños. Y menos desde que enviudo.

Desde mi lugar se escucha apenas el piano de la profesora de la esquina, tonos monótonamente repetidos por que da clases de música.

Me faltan dos horas para ir al colegio. No me gusta el cole, pero mama rígidamente me obliga. O estudias o vas a tener que agarrar el pico y la pala.! Otra de sus sentencias.

Por que se preocupara tanto? Es muy buena pero muy cargosa en este tema. Otra sentencia, ¡Ahora no se dan cuenta, pero cuando sean grandes me lo van a agradecer!

Bueno, ya me voy preparando para el cole, por suerte hoy no tuve que hacer nada.

 

 

Pero ya pasaron muchas primaveras, soleadas, lluviosas, grises, tormentosas, y por mas que las evoco en presente, son un lejano y dulce pasado. De preguntas simples y respuestas acordes.

No se por que ahora, ocasionalmente me hago otras preguntas, sin importarme demasiado las respuestas, sobre cuando será el último día que pueda recordar imágenes, que sucederá el día después?. Me espera la luz o las tinieblas?. Existe una eternidad o la nada?. A veces pienso que con una manzana en mi mano, muchas veces, sin darme cuenta, estuve sentado en la puerta del paraíso.

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