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Carlos era un hombre que vivía atormentado por su pasado. Había cometido muchos errores, había lastimado a muchas personas, había perdido todo lo que amaba. Se sentía culpable, vacío, sin esperanza. Su vida era una rutina gris y monótona, sin ningún sentido ni propósito. Una tarde, Carlos recibió una carta de su ex esposa donde le escribía:

“Hola Carlos, me gustaría que habláramos y nos diéramos una nueva oportunidad de estar juntos”, En realidad todos cometemos errores y yo aun te amo. 

Carlos se sorprendió al leer estas palabras tan reconfortantes y amistosas de Karen, su ex.

“Esta es mi dirección”, acá te espero. Carlos tomo su chaqueta rápidamente y las llaves del cuarto de alquiler, y salió a conseguir un taxi en la avenida principal. 

Estaba confundido y emocionado. Nunca se imaginó hablar de nuevo con Karen. habían sucedido muchas cosas... A las que prefería no recordar. 

El taxi recorrió por un lugar de casas viejas y jardines abandonados.

 --- Es por acá señor, debe ser la azul claro con la cerca dañada ---  

 Carlos descendió del vehículo y levantó su cabeza, un anciano en caminador y camisa a cuadros lo observa desde un andén destruido. 

«Y recordó su patética vida».

 Empieza a caminar hacia la entrada, cubierta de unas cortinas oscuras. una luz parpadea al interior, sube las escalas de madera y escalones empolvados, empuja la puerta del cuarto con cierto recelo. 

y allí, tendida en la cama, como mirándolo fijamente está Karen, con sus muñecas cortadas, una navaja manchada a un costado, y su cara más pálida que una muñeca de caucho. En su mano derecha una carta que dice:

Hola Carlos, 

“Yo cargué con tus errores mucho tiempo, ahora tu carga con mi muerte, te deseo lo mejor”.

La puerta de la alcoba se cierra con un fuerte estruendo del viento. Carlos. está

devastado.

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