Las casas que están sobre las aceras de dicha calle son sencillas y modestas, casi todas son iguales pues forman parte del plan de vivienda de una sola empresa y es en ésta donde trabajan casi todos sus ocupantes. Toda la calle está prácticamente en silencio. Solo en una pequeña ventana se denota actividad, el sonido de una radio encendida rompe el silencio de los alrededores, una melodía rítmica y bastante movida delata que allí vive una persona joven. De pronto la música deja de sonar y la luz se apaga, por las escaleras de la vieja casona se escuchan pasos apurados bajando por ellas.
- Su alquiler jovencito - Es la anciana dueña del lugar la que corta en seco el apresurado caminar del muchacho. Tiene aun puesta la ropa de cama y mira sin asomo de simpatía al nervioso inquilino.
- No lo tengo aun señora, pero no se preocupe que se lo pago esta tarde - Se acerca hasta el propio oído de la anciana y le dice susurrante - es que esta tarde tendré mucho dinero -
- Esa canción la estoy escuchando desde hace bastante tiempo joven -
- Esta vez le prometo no fallarle, las otras veces no le pagué porque no me salieron bien las cosas. Pero como ya tengo un trabajo seguro, todo esto va a cambiar, ya lo verá -
- Eso espero, y lo digo por su bien, joven, porque si no me paga lo que me debe hasta mañana a mediodía, encontrará sus cosas en la calle, me entendió? -