DEMOCRACIA: DEL MITO A LA REALIDAD
En la postrimería de un nuevo milenio, la democracia sigue llevando consigo el lastre de su misterio. Gente rica y pobre; políticos u obreros, hablan y defienden su prestigio, pero en verdad, ¿qué es la democracia?, ¿su ámbito sólo se extiende a un somero refrán elaborado por Lincoln?. Hoy, toda conjetura contra ella parece un pecado, y es que bajo su pendón descansan palabras mitológicas para crear con ellas el mito redentor.
Ya en la década del sesenta, Schattschneider vislumbraba una realidad inminente: "Una consecuencia de nuestra confianza en las viejas definiciones es que el norteamericano moderno no mira la democracia antes de definirla; la define primero y después se confunde por lo que ve".
La democracia, embrionaria de la cual se hacen propietarios ex-dictadores, caudillistas, obreros y hasta paradójicamente marxistas, es un verdadero problema en algo que significa un proceso. En efecto, todos defienden la democracia como si se tratara de un culto, un resultado y los más ingenuos un ideal. Para conocer el término democracia , hay que establecer ciertas condicionantes, pues cualquier definición sería además de parcial, arbitraria,. Hay que entender por ejemplo, que la democracia ateniense es diferente a la establecida en el Estado nacional, y ésta a la formulada por las últimas corrientes doctrinarias. Por tanto, nos limitamos a brindar tanto la tesis, como la antítesis, para de esta manera explorar el fascinante mundo que éste encierra y que no se limita a un discurso pronunciado en favor del mal llamado "voto universal".
LAS DEFICIENCIAS DE SISTEMA DEMOCRÁTICO BOLIVIANO
Schattshneider, señalaba en un análisis genérico que perfectamente se adapta a la actual coyuntura nacional, y con un tono algo pesimista, ciertas deficiencias del marco conceptual y del sistema democrático, que podemos resumirlas de la siguiente manera:
- Existe una real diferencia entre la participación popular y el gobierno del pueblo.
- Existe la creencia errónea de que el pueblo gobierna a través de la opinión pública.
- La democracia sufre una crisis conceptual.
- La ignorancia de la democracia se refleja en la ignorancia del manejo de auntos públicos. El problema en nuestro país se agrava por otras causales propias de la sociedad y el aparato estatal boliviano. En este apartado se establecen diferentes posiciones al respecto, que analizan además del aspecto netamente doctrinario, el social y jurídico:
- Carencia de consistencia histórica. No es preciso redundar en este aspecto, la democracia boliviana es embrionaria aunque nos adherimos a Mayorga, en el sentido de que ésta no sufre "virus mortales" que desestabilicen el proceso.
- Falta de conversión en una democracia social y económica. Aquí es necesario mencionar el escepticismo con el cual la ciudadanía espera los frutos del proceso democrático: como ejemplo claro, basta señalar que en una encuesta realizada en las ciudades de La Paz, El Alto y Santa Cruz alrededor de las elecciones de 1989 mostró que sólo el 15% del electoradocalificaba positivamente la labor del Parlamento...
- Carencia de institucionalización de los partidos políticos. Al respecto, Roberto Laserna señala que se encuentran como causales para este atraso: los partidos populistas y personalistas (entendiendo por tales a aquellos que recaen en la dirección caudillista de una persona). Señala en tono irónico: "Estamos, pues, entre compadres y padrinos, populismos de centro y de plastilina, carencias ideológicas y vacíos de representación, donde lo único novedoso es lo que se rescata desde nuestras más profundas tradiciones".
- Ausencia de representatividad del "cholo", quien se sumerge en estructuras "des-ideologizadas". Si bien la revolución del 52, supone la incorporación del campesinado al sistema jurídico, político, social y cultural; no debemos olvidar el actual proceso de "aculturación" del llamado "cholo", tras la migración del campo a la ciudad que a traído aparejada una nueva cultura desvinculada de valores tradicionales y desadaptada del medio urbano.
- Anacronía de la Constitución Política del Estado, que no permite la legitimación del proceso democrático, así como el desarrollo moderno del funcionamiento de los Poderes del Estado
- Según René Mayorga, además subsiste la inexistencia de legislación que canalice la modernización del sistema político. Aquí no nos referimos a la reforma a la Ley Electoral, sino a un instrumento jurídico que permita el desenvolvimiento institucionalizado de cualquier partido político, sin que esto signifique la intromisión en funciones netamente internas oreglamentarias.