Es ella, maldita sea.
La que desata los demonios que inspiran mis relatos,
la que arrastra a los monstruos fuera de sus cuevas
para devorar cabezas humanas como bocadillos de Navidad.
Ella transforma los bosques naturales en paisajes de cristal,
despierta al héroe que avanza
no por destino, sino por la certeza de un poder oculto
que late en su pecho.
Es ella.
La princesa que se acuesta a mi lado,
que, en las noches más largas,
me trae una taza de café impregnado
de sus sentimientos:
amor, nostalgia, incertidumbre, deseo, lucha.
Ella es la verdadera "escritora",
la arquitecta de las sombras y la luz,
la que convierte cada sorbo, cada mirada,
en palabras que yo solo m
e atrevo a escribir.