Desde aquella habitación vociferan, graves, agudas, risas, llantos, rugidos, suspiros, hermosas composiciones de voces y palabras.
Al mirar por la herida de la puerta, postrada en la cama se encuentra, envuelta en sus telares de seguridad y olvido, la mirada fija en la gran lámpara vociferante.
Sus ojos perdidos en el abismo de la luz, la existencia de sus párpados se vuelve nula, respiración monótona y tenue, amputada de brazos y piernas, ocasionalmente se diferencia de un cadáver.
-Ja, jaa -dice sonriendo.