El sonido de la hierba al roce de tus pasos silentes se parece un poco al susurro de mis ojos cuando filman imágenes tuyas que guardo en lo profundo de mi alma.
La colina tapizada de verde me espera, allí proyecto tus instantes, en el inconmensurable espacio infinito del azul panorama, mientras la alfombra esmeralda te trae a mi, en caricias soñadas, caricias de roces fortuitos, un regalo de momentos inesperados.
Recostado allí, mirando al cielo, vigilando al sol, con las manos entrelazadas al sueño, te pienso.
Sentido de vida.
Sentimiento nacido que me invade a cada instante como una marea incontenible, que tampoco quiero intentar contener.
La colina me acurruca en su belleza, me protege, me invita a sentirte y te siento, te pienso y te imagino.
Silencio de mis palabras al mirarte, gritos desesperados de mis ojos al hablarte.
La colina se matiza de ti, de tu voz, de tus visiones de piel que son pecados de mis ojos y bendiciones de mis sentidos, de tus suspiros ajenos, de tus miradas tiernas, de tu lealtad.
La colina me cubre, la hierba crece y me protege, ¿o soy yo el que empequeñezco?, no lo se, sin embargo su tibieza me tranquiliza y la soledad de ti no duele tanto.
El viento que arremolina la hierba trae tu eco, ahora te escucho, y las nubes del cielo te dibujan, ahora te veo,
El sol camina lento, lo hace a través de mi, me divide, me lleva a ti y te acaricio. Me miras y sonríes, me acaricias y me abrazas, ahora estamos juntos. El sol me llama.
Otro sueño...
La colina me despide, las hierbas me llevan colina abajo y me dejan al borde del camino, de regreso a mi vida.
Me levanto y vuelvo la mirada. de pronto el viento, las nubes, la luz y la hierba me despiden de la colina temprana.
Debo verte, debo vivir...
La colina me espera y a ella volveré como hoy, mañana.
FIN