En el Olimpo, morada de los dioses, algunos dioses menores estaban jugando en uno de los hermosos jardines de esta morada celestial. Por turno proponían juegos y alguno de tantos propuso jugar a las escondidas. Por sorteo le tocó a Locura buscar y se puso de cara contra un árbol a contar hasta cien mientras sus compañeros corrían a esconderse.
Cada pequeño dios se metió donde mejor pudo, como hacen los niños de todo el mundo en todas las épocas y Amor se metió entre unos arbustos espinosos. Locura salió corriendo a buscar y los fue señalando uno a uno, pero nada que encontraba a Amor.
De pronto vio los dos ojitos que brillaban entre las zarzas y a Locura se le ocurrió una idea perversa. Cogió un palo con horqueta y afiló contra una piedra las dos puntas, luego se acercó despacio a los arbustos y metió el palo con fuerza y le sacó los ojos a Amor. Después de hacerlo se arrepintió de haberlo dejado ciego y en medio de lágrimas le juró que jamás por toda la eternidad (les recuerdo que los dioses son inmortales) lo abandonarían.
Lo tomó de la mano para guiarlo y esta es la razón por la cual Amor es ciego y siempre va de la mano de la Locura.
Edgar Tarazona Angel
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