Abro la despensa, y solo encuentro un manojo de apio, que empieza a tomar un tono amarillento. Suspiro y pienso en la vida, en mi vida. Que ha pasado en 44 febreros. Ha pasado mucho, y no ha pasado nada. Sirvo un poco de agua en un vaso de cristal mientras caminó al cuarto.
Me tumbó en la cama y veo a mi alrededor, una cucaracha se pasea por el muro de la habitación y me mira como un insecto.
El olor a cañería llega hasta los pisos más altos; somos como ratas entre una alcantarilla.
Suspiro de nuevo.
Y retomo mi lectura de Hamlet en la página 44.