Cuando hablo de callejeros no me refiero a los llamados habitantes de calle o, como algunos los nombran despectivamente, los desechables; no, me vienen a la mente todas las personas acostumbradas a salir todos los días a la calle y poco se amañan en casa… y son mayoría. Algunos por asuntos de trabajo, pero muchos porque no soportan estar entre cuatro paredes de su hogar.
Tengo amigos y conocidos entre mis contactos que me llaman o se comunican por Messenger para preguntarme como estoy y, de paso y como quien no quiere la cosa, como me va con el encierro obligado por la cuarentena. Se asombran cuando les digo que me siento muy bien y que estoy solo con dos gatos como compañía, que tengo lo necesario para no aburrirme y eso significa libros, música, lienzos, óleos y pinceles, además madera para tallar, películas y revistas. El silencio sigue unos largos segundos y siguen diciendo; compadre, es que a mi no me gusta nada de eso; no leo, no escribo, no pinto, me aburren la TV y las películas¸ sólo me gusta el fútbol y pasan partidos viejos.
Como a casi todos los conozco en la realidad recuerdo que su vida transcurre en los billares, las cafeterías o las tiendas de barrio donde se reúnen con otros tres o cuatro a jugar cartas, parqués o dominó, todos los días (la mayoría de mis amigos son adultos mayores). Como yo no participé nunca de estas “distracciones” pues no me hacen falta.
Varios, casi llorando me dicen que están desesperados y no hallan que hacer, y no saben si pueden aguantar hasta la otra semana. Yo me callo para no amargarles el rato, porque es posible que el encierro obligatorio se alargue por tiempo indefinido. La esposa de uno de ellos se comunicó conmigo por WhatsApp para comentarme que su esposo había sacado la pistola para limpiarla y mantenerla cargada, y sin que se diera cuenta que ella lo observaba se la puso en la sien y dijo pum, luego la guardó. Otra me comentó que su marido tiene como tema hablar de la muerte y las mejores maneras de morir, en fin, hay muchos seres que nunca se acostumbraron a estar guardados y tienen ideas raras, hombres y mujeres.
Yo espero que aquí en Colombia, acatemos la orden de estar en casa porque es nuestro seguro de vida. Me da pesar con mis amigos desesperados, pero cuando este caos pase, nada será igual. Así ha ocurrido con todas las pandemias históricamente.
Edgar Tarazona Angel