Corro hacia adelante, hacia muy adelante.
Corro y siento que el corazón explota en mi pecho.
Explota y la sangre/veneno se esparce por las costillas,
oculta por la piel que agitada se da de lleno contra el mundo.
Y todo ese tiempo que aún no fue
y por el que avanzo desobediente y ansioso
me golpea y me rasga el torso, los brazos, el rostro,
me da de frente como si nadara en un río de aves, pero a contracorriente,
Me hiere e intenta sin lograrlo detenerme en el presente.
Y me lastima, mi corazón estalla y aun así corro.
Corro hacia adelante y veo,
veo el mundo del mañana que mi alma elige ver.
Y esa visión anticipada me golpea porque ella elige ver caos.
Apocalipsis desencadenándose en cada posible camino.
Y veo todos esos fines del mundo, de mi mundo,
de diferentes maneras, de diferentes colores, en diferentes miradas,
y amoratado por tanto amor atado a mañanas que quizás nunca sean
y golpeado por el tiempo que no es, sino que será,
y quien sabe cómo, y quien sabe cuándo,
me doy cuenta de la farsa y me detengo.
Me detengo y vuelvo a correr. Y corro.
Corro hacia atrás, hacia muy atrás.
Hacia el yo que soy yo y hacia el hoy que es hoy.
Y los moretones se esfuman, los rasguños cicatrizan,
y el corazón vuelve a su forma de órgano palpitante.
Y cuando vuelvo a sentir el aire que acaricia la cara,
Y el latido que percute el pecho, me detengo.
Me detengo y ya no corro.
Ahora camino, hacia adelante camino.
Camino mi camino junto al tiempo.
Y aun me golpeo, aun me lastimo, aun caigo
Pero ahora río, ahora sano, ahora me levanto.
Ahora me dejo golpear por realidades y no por fantasías.
Ahora encuentro caricias de las que antes nada sabía.
Ahora me doy cuenta, que el único secreto es dejarse llevar.
Y animarse a caminar la vida, sin detenerse, sin correrla…
…siempre avanzando.