Al terminar el Internado, se abre a vuestros pies un futuro que adivino formidable. Formidable en cuanto sembréis y propaguéis la semilla de un apostolado que es más que la restitución de la salud perdida, porque vuestra estatura impone en la sociedad ejemplo y liderazgo.
Que el amor por vuestra profesión jamás se extinga, ni vuestros pasos se aparten nunca del precioso encargo de preservar todas las expresiones de la vida humana; que vuestro entendimiento siempre esté ávido por conocer y aplicar los avances de la ciencia, y vuestro corazón pletórico de amor para tratar al paciente con humanidad y diligencia, y para actuar siempre con distinción y cortesía.
Que vuestra conciencia albergue eternamente la sabiduría para proceder con valor, con lealtad y con justicia, para inculcar a la sociedad y a la familia esos valores que hoy necesitamos tanto.
Que vuestra trayectoria esté surcada de grandeza para que grande sea el destino de esta noble tierra, porque en vuestras manos, jóvenes colegas, está también la dignidad y la vida de la patria.
Luis María Murillo Sarmiento
("Epistolario periodístico y otros escritos")
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