DESEO
Hago del deseo un fantasma con el que puedo convivir amablemente, una sabana muy lejana de flores soñando con ser arrancadas, un espejo que se sabe de memoria cada curva de mi piel, cada punto sensible, cada pliegue; hago del deseo un mar de cometas bajo un cielo despejado, un sol ardiente que me quema los fríos de mi espalda desnuda, una lista de momentos donde tuvo rostro...
Hago del deseo el recorrido de una brisa paseándose entre mis dedos, un eco de palabras que apenas llegaron al borde de sus labios, un incendio feroz que arde sin prisa. Lo convierto en pasionarias que acarician mi sombra cuando el cuerpo no alcanza, en complicidad con un latido que resuena cada instante, donde, muy tímidamente, el anhelo se atreve a pronunciar algún nombre.
Es igual a un suspiro atrapado entre las horas que se fueron, persiguiendo el rastro de un perfume naufragando entre la multitud, como huella invisible en la piel que aún tiembla. Es un recuerdo que el viento repite en secreto, cual melodía rota que insiste en sonar al quedarse la noche en silencio. Hago de todo el deseo la magia que estuvo a punto de ocurrir si yo hubiera roto el paradigma de su sonrisa, aunque quedara expuesta mi parte más humana y animal, inscrita para siempre en la paz que le ofrece la oscuridad en ese mundo hermoso y solitario.