Por lo general salto de un pensamiento a otro. No sé si está mal, pero así me van saliendo las ideas. Mi abuelita y la muchacha del servicio eran poseedoras de unos demonios que me quitaban el sueño por sus características tan espantosas. Mi tía Rica tenía unos demonios que yo manejaba con facilidad; era suficiente mi buen comportamiento para que se mantuvieran en lo profundo de los infiernos y no salieran a molestar a nadie; mientras los de las primeras, andaban por todas partes esperando la oportunidad de hacer daño, a mí, en especial, y podían sacarme de la cama a media noche y llevarme a rastras hasta la puerta del cementerio; y no lo contaban para asustarme, ellas mismas estaban convencidas de que si fallaban ante Dios estos espíritus del mal vendrían por ellas en noches oscuras. Indistintamente utilizaban los nombres de: Satán, Demonio, Satanás, Lucifer, Mandinga, El Patas y otras que aparecerán en el transcurrir del relato.
Como a mediados de la escuela secundaria nos encontramos (Dos amigos y yo) con la extraña belleza y satanismo de los malditos franceses. En la misma forma que leí los del INDEX leía ahora a [[Mallarmé]], [[Rimbaud]], [[Valery]], [[Apollinaire]] y otros que, aunque no malditos estaban vetados por los profesores de literatura y, por supuesto por el maestro de religión que casi se infarta cuando le preguntamos "Profesor, usted que opina de...? No he podido comprender como se sataniza con tanta facilidad a una persona o a un grupo artístico o literario por la simple razón de exponer ideas que no concuerdan con las de la mayoría. Con los años aumenté mis dudas con relación a todo y moriré lleno de ellas porque las lecturas sólo contribuyeron a aumentar los interrogantes y, cuando un pensador, filósofo, profeta o lo que fuera, me despejaba unas incógnitas, me sembraba la semilla de la duda con respecto a otras "verdades" incontestables. En algún momento decidí, de una vez por todas, que si era conveniente o necesario creer, lo haría por un Dios personal que llenara mis expectativas y necesidades. Desde entonces me acompaña y me da la fuerza, la tranquilidad y la serenidad que no pude lograr con las creencias de grupo.