Más tarde visitaré el viejo café; apenas si he dormido, -quién es esa que mira expectante?, se ve pálida, ojerosa, algo de ansiedad en su mirada que descarada sostiene mis ojos... los espejos no entienden de sutiles mentiras-qué!! va. Intuyo noches desnudas, susurros entrecortados, soledades, silencios y libertad bajo palabra no dicha.
Despierto abrazada, amada, liviana, reiniciada, re-escrita; sus ojos iluminando mi alma, memorizando; su boca bebiendo mi razón, ahuyentando culpas. En mi corazón una oración: "ningún argumento resiste la humedad lasciva de dos soledades, de dos aromas que convergen al amanecer"-.
Me ducho, dejo un beso en la dulzura de su boca entreabierta, otro en la almohada por si le hace falta; me visto de soledad, hilo de libertad y en mi corpiño la certeza de encontrarte en aquel viejo café.
Namid Amador
(Marzo 23 de 2.009)