Quizás es un estado que genera angustia para algunos, para mí, y mi alto grado de inconsciencia, era una situación emocionante, admirable e increíble. Estaba viendo, a una distancia relativamente cerca, pero no amenazante (insisto, según yo), la explosión de un volcán. Recordaba lo insignificante que podían llegar a ser mis explosiones, que al lado de esto, seguro no son más que una piedra escupida con desgano por un cráter desolado de un volcán de maqueta. En cuestión de minutos un humo creciente te llama la atención, y al seguirlo con los ojos lo ubicas en la cima del volcán y entiendes el poder que tiene. Tic – Tac Tic – Tac … ahora brotan brócolis grises gigantes, que se empujan unos con otro hacia arriba con velocidad y fuerza abrumadora, el cielo toma otro color, y las líneas de humo esparcidas por el viento dibujan un techo para formar el famoso hongo de las explosiones perfectamente.