Es increíble hasta donde puede llegar la maldad y degradación de algunos seres humanos. Esta es una historia real ocurrida en una pequeña ciudad donde yo residía hace unos años. Por sus calles deambulaba una mujer de edad indefinible, cubierta de harapos y de suciedad, se notaba de lejos su condición demencial.
Ella dormía donde le cogiera la noche y comía lo que encontraba en las canecas de la basura. Jamás se peinaba y las greñas caían sobre su mugriento rostro. No quiero agregar más a la imagen de este pobre ser humano que, al parecer, no tenía parientes en este mundo.
Pues nunca se supo quien, cómo y cuando se aprovechó de esta desdichada y todo el pueblo se escandalizó cuando su esmirriada figura comenzó a mostrar el abultamiento del vientre. Ahí sí, como por arte de magia, un día la recogieron unos funcionarios de la Secretaría de Salud, la llevaron a un centro de atención médica, la bañaron y le hicieron exámenes de rigor. La loquita estaba embarazada.
Como me fui de ese pueblo, jamás me enteré del desenlace de esta triste historia. Lo dejo a la imaginación de los lectores.
Edgar Tarazona Angel