Inundados mis pensamientos de todo lo que sueño hacer contigo, sin ninguna limitación, saboreando las migajas de lo que me das, y quizás sirviéndome de base para lo que me darás.
Sonrío.
Sonrío imaginándome que ya estoy contigo.
Giro la llave, entro, y ahí estas, me acerco mientras observo un destello en tus ojos ojeando algo que no alcanzo a comprender.
Te abrazo, me miras, te miro y entonces fue cuando me rendí, de golpe, sin fuerzas para continuar por ese camino, la desesperanza azoto cada parte de mi cuerpo, sintiendo tan solo vacío, no había nada para mi en esa mirada, ni si quiera su alma estaba en ese lugar, mis capacidades intelectuales solo me alcanzaron a decir, que pena, de verdad, que pena.
Solo el silencio me respondió, según me iba te diste cuenta de lo que había ocurrido, pero no te preocupes, mi vida empieza ahora y tu obra está a punto de terminar.