Bájame la luz, atenúame la lámpara, que aun a estos ojos con poca vida lastiman, apágame las velas, para que las sombras se vayan y no me agiten más, diles que se vayan y no susurren más, que sus voces ya no alientan mi existir, el silencio calma mi dolor y mis sentidos se adormecen y se van. De vez en cuando vuelvo en sí, mis ojos gastados de la vida, ya no ven y no lloran más, toma mi mano y dale calor, dormida he de quedar, adiós, a Dios volveré y mis huellas en la arena de la blanca mar el suave oleaje las desvanecerá.
A mi madre y alfonsina.
RaR/2021