Quiero en el silencio, oír el rozar de su sombra,
elevando mis pétalos, luego sollozar
hacia las estrellas de mi mundo, que le hablan
de buscar en todos los sueños
las espinas de su verdad.
Me desordena los recovecos
en donde fundé mi país,
luego se abraza en mi sonrisa
y se desvanece bajo el poste,
me deja el eco de lo triste, aquí,
y la superficie se cristaliza.
Deseo soñar con el amor
borrándose de mis cruces
por lo que callo tras el anhelo,
y sentir sus labios como música
en armonía con los míos,
y me permito soñar, atento
a la fragilidad de su contacto.
No entiendo cómo florecen en mi cuarto
flores hechas con mi herida
la herida de existir, en viajes de libros
la soledad de mi lenguaje,
que despiden todo de amarillo,
toman del aire, la promesa del infierno
para volverla flores, en cada figura
de mi espacio.
Quiero en el silencio, oír el ruido del mundo
haciendo reír mi nostalgia, arrullándola en sus brazos,
y yo me quedaré atento a lo que dicen,
y me gustaría saber si su mirada
persigue estelas del tiempo
buscando sus afectos,
como yo, en el frío de la noche.
