Llegará un día
en donde ya no importe la distancia, ya no importará
si me regaló segundos de su mirada
para luego despreciarme
según su propio Dios;
pronto me marcharía,
pronto me marcharé de la casa
y nunca sabrá cuánto le amé
mientras respiraba, el mismo instante
donde coincidimos los dos,
esos momentos.
Ni decir que, al grabarme sus ojos
me inventé verlos descubriendo
cómo le miraban los míos
a centímetros de un beso, en medio
del más largo silencio.
*
Aún quiero su sonrisa,
aún quiero un poco de su vida
acompañándome, y escuchando
todo lo que quería mi alma
cuando le miraba, solo por momentos,
pero nunca pasó nada.
*
No existe para mí, la esperanza
de todas sus soledades abrazándome,
de todas sus penas diciéndome, que siempre
añoraban mi ser, hablando de promesas
de dejar en el corazón
el latido que se emociona por mí,
no le veré sonreír.
Para ambos, cada amanecer
es un día de los pocos ya despidiéndose
dejado a la suerte, aunque yo no quiera
y luego me tenga que decir adiós,
solo me iré.
*
Aún quiero su sonrisa,
aún quiero un poco de su vida
acompañándome, escuchando
qué era lo que quería mi alma
cuando le miraba, solo por momentos,
pero no pasará nada;
pero en sus palabras no me dirá
que algo pudo sentir
no me hablará,
pero dejo que la distancia hable por mí
cuando me vaya
para que me olvide.
*