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De una vieja leyenda
matizada entre las sombras
oída en noche de luna nueva
entre el crepitar de las hojas.

Tengo el recuerdo de una imagen
que salió de entre las llamas
de la madera quemada
y que se me quedó tatuada.

Es apenas un rasguño
una línea desconexa
que se ve al cerrar en puño
la derecha que es la diestra.

Leyenda de oscuros decires
que aquella noche escuchare
ha llenado de penares
mis sientos y mis pensares.

Hablaba de doncellas y aldeanos
de señores y de fulanos
de mujeres y de amados
destinados al engaño.

Y en extrañas palabras
contaba la leyenda
de una maldición extraña
que en el pueblo habitaba.

Maldición perversa y artera
que mataba al amor
que obligaba a la traición
y quedaba la ilusión en bandolera.

Leyenda de fuego que inmola
la esperanza de él en el cuerpo de ella
que acusada de ser bruja y demonia 
a la hoguera pagar sus culpas debiera..

Leyenda de dolor en carne y espíritu
lanzóse él a las brasas ardientes
queriendo liberar a su amada
un golpe le quebró la espalda y no pudo liberarla.

Con ella murió el amado
quemado mientras la sujetaba
pegadas por el fuego sus carnes
en la pierna de ella la mejilla de él.

Habla la leyenda del humo gris en la pira
de los cuerpos calcinados 
de la fria mirada de ojos apagados
que dio paso a la mentira.

Mas no sabía del último sacrificio
que el amor había provocado
y al ver que eran dos los cuerpos inmolados
con un grito ahogado quizo separar los huesos calcinados.

La leyenda habla de las cenizas
que cegaron su arrebato
habla de la locura
que la perdida había provocado.

Habla de los conjuros pronunciados
y que quisieron atrapar el alma
del hombre que se había marchado
tras aquel amor asesinado.

La leyenda cuenta que mientras separaba los huesos
un trozo de ellos rasgó el dorso de su diestra
la ceniza cayó cubriendo la herida abierta
y se hizo una cicatriz negra.

Y cuando la locura cubrió al dolor
levantando sus ojos al nublado cielo
maldijo al pueblo que le arrebató
al hombre por el que mintió sin remordimiento.

Ató la maldición a quien contare
la tragedia que sus mentiras
habían provocado en la vida
de los amantes y la concubina.

La ceniza maldita viajó por el aire
y cubrió de maldición las cicatrices
de todo aquel que en el pueblo
llevara una herida sin distinguir matices.

La maldición era soledad
la maldición al amor hechaba
obligaba a que la traición quedara
como única razón de vida en desesperanza.

Las cicatrices negras no curaban
algunas se mimetizaban
pero presentes estaban
cuando la discordia amenazaba.

La leyenda dice que quien escucha la historia
y ve que le nació una negra cicatriz
está condenado a no ser feliz
hasta que la leyenda se pierda en la memoria.

   
   
  
 




 

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