Muchos recuerdos por recordar
desde aquí, una casa y una mecedora,
un montón de periódicos amarillos
mientras los demás viejos se mueren
sentados en el parque;
no sueño escapar, no desde mí,
mi vida está sola
y di un paso de frente al olvido
y también me muero como viernes
un amor distante, sueños adolescentes.
Muchas nubes quemadas, al ocaso,
la tarde se va sonriente
mientras mi Dios dice que está muy bien:
el silencio es la condena y la paz
de los más tristes;
y pues hoy, nada, no hablo,
callé algo antes diferente
porque ese amor tenía la piel
que ni siquiera debí mirar
pero le quise, con solo mirar.
De cigarrillos por apagar,
de cafés y risas por mendigar
intento algo y luego olvidar,
como dejar que el tiempo
se vaya en paz.
*
Al amor que tenía el cielo en sus ojos
su propio sentir,
alcancé a mirarlo y eso fue una promesa,
alcancé a decirle que si tenía idea
de cómo querer con nada más
que el corazón;
pero se fue tras las brisas de muchos otoños
amando antes de mí,
pero su ser no era para mi ilusión:
lo que nunca pasaría entre los dos.
*
A más de las cinco de la tarde
hoy viernes, el sol retrocede un poco
ilumina rostros de la nueva noche
haciendo casi todo fantástico
para morir un año más;
parecen quemarse siempre
el horizonte y algo tonto
que vuela repitiendo un nombre
de una carta hace años sin terminar
que olvidaron mis manos.
*
Al amor que tenía el cielo en sus ojos
su propio sentir,
alcancé a mirarlo y eso fue una promesa,
alcancé a decirle que si tenía idea
de cómo querer con nada más
que el corazón;
pero se fue tras las brisas de muchos otoños
amando antes de mí,
pero su piel no era para mi ilusión,
para lo que nunca pasaría entre los dos.
Y hoy solo recuerdo, con mis sueños de nieve
lamentos marchitos, que se quiebran ante una sonrisa;
yo solo digo que siempre, las nubes florecieron
y que ya de viejo
no tengo por qué llorar.
**
Muchos recuerdos por recordar
desde aquí, una casa y una mecedora,
un montón de periódicos amarillos
mientras los demás viejos se mueren
sentados en el parque.