Llevo rasguños en todo el cuerpo.
Llena de tierra la garganta.
Como si mi cuerpo fuera vulgar florero, y mis heridas vulgares flores.
Capullos con el olor metálico de las venas, con el color estático de las penas, capullos floreciendo escarlatas y violáceos por toda la piel sobre mis huesos.
Llevo los músculos hinchados, jarrones gordos que exhiben mis ardores.
Y siete manchas moradas y azules, que se extienden hasta tocarse y hacerse un solo hematoma.
-Me mató, mas me mató con dulzura, y eso lo agradezco.
Agredes conmigo mi alma. Atiendes a mi pedido y me destrozas. Conviertes mi equilibrio en un amasijo de baba, piel, sangre y pelo. Aunque solo los dos lo veamos. Aunque solo los dos lo sepamos. Para otros seré solo el cuerpo casto. Pero para ti seré el monstruo que creamos.
Y tendremos que curarme.
Y lo haremos.
Y hasta entonces del monstruo cuidaremos.
Hasta que los rasguños sean cicatrices, las flores se marchiten...y pueda olvidarte.