a buscar la respuesta a mis enigmas,
y recorrí sus calles y avenidas,
perdido entre espectros moribundos
que arrastran sus cadenas mudas.
Quise enderezar mis ilusiones,
como ramas de sauce retorcidas,
y lanzarlos como dardos afilados,
a sus pétreos corazones escondidos.
Yo bajé a sus infiernos rotos,
cubiertos de carmín y soledad fingida,
y caminé por las sendas espinosas
que sus pasos habrían a la tierra.
Y quise salir a respirar,
aire perfumado lleno de pureza,
beber los cielos infinitos,
y estremecerme en la belleza de mi Diosa.