(A mi Amiga Amparo que desdibuja
con facilidad la frágil frontera
entre solidaridad y locura)
Suele suceder que a veces
me caigo de la vida, que
se vuelve pesada, opaca
este mundo patas arriba
me cerca en el miedo,
la tristeza, la impotencia;
por instantes me converso
-en el caos de mis palabras-
me lloro, me incapacito
huyo tras de mí.
Tu en la otra orilla
en el sitio donde
habita algo de orden.
Te bifurcas en salidas;
conoces los laberintos
de esta realidad que
me desborda; sabes
bien la lógica inversa
del deber ser.
Pasas como tornado
sacudiendo mi razón.
Tu…
con tu insolente
y entrañable solidaridad;
Tu…
que no practicas
los límites de Amistad
-cuando la causa es proteger al retraído-;
Tu…
que llevas en tu bolso
en tu elevado sentido de lo
Justo en tu risa y en tu
pelo, un atado de razones
para no callar cuando la
Vida está siendo desplazada,
violentada, silenciada.
Tu…
que no aceptas que
soy un caso perdido,
que a veces me canso
de los engaños que invento
para despertar cada día.
Tu…
que no sabes que
aún octogenaria seguiré
ida de este
mundo aún patas arriba.
Namid A
(Abril 13 de 2.009)