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Luego de largas meditaciones y una vasta retrospección, doy cuenta que ni vos ni yo somos algo distinto a un nosotros. Somos más bien una especie de agonía insulsa, que se extiende a lo largo del universo conocido. En términos de Schopenhauer, somos parte de una misma voluntad; no hablo de esa voluntad infinita y absoluta; hablo de esa substancia ínfima e indivisible, que a grandes rasgos formamos ambos dos. Mi alma es una pequeña parte de la tuya, así como la tuya es parte de la mía. 

Te conocí seguramente en sueños, nada más real, puesto que no sabría explicarte si no es en términos surrealistas u oníricos. Qué más perfecto que tu ser, que tus dedos, tus piernas, tus caricias y suspiros. Qué más bello que vos; vos y esa infinitud que tanto deseas esconder. No me explico cómo alguien así puede existir. Desde Augusto a Carlomagno no debe haber habido mayor conquista que la de tu corazón. La barbarie se ríe al verte, no sabiendo si invadir o no. Tus pliegues matutinos de color carmesí, tus labios de fuego y lava que me inunda; qué más puedo pedirle a la vida si no es estar con vos.

 

A veces sospecho que el cielo conspira en mi contra, no queriendo compartir a su más bella creación. Hasta los ángeles deben de soñar contigo y hasta el mismo Dios debe de admirar tus ojos. Ojos que todo lo ven y que todo son; hechos de seda y oro, de cristales y rubíes, que se funden en sí mismos formando la estela de tu mirada.  

Quién sabe, quizás la vida se hizo para contemplarte, amar cada milímetro de tu piel y de tu alma. Quizás cuando muera encuentre consuelo en tu gracia, que inunda el cosmos cada vez que amaneces; el sol espera al alba para observarte, cuando la luz apenas toca tu persiana y tus ojos miel iluminan el día.


Pregúntame lo que daría por ti y te respondo infinitud, inalcanzable pero satisfactoria. 

Vuelve a mí te lo pido, aunque sea en sueños. Mi esencia incompleta vela por tu llegada, por tus manos y caricias. Por tus sonrisas y tus besos. Muero al tenerte a mi lado, vivo si no te tengo, ya que la única razón de mi existencia es fusionarme con lo tuyo dado. Miénteme, dispárame; quién soy yo para huir. 

Bésame despacio como si el mundo se acabase; no me queda nada más que esperar. Estoy harto de meditaciones y procesos de autoconocimiento ¿Cómo conocerme si en realidad soy vos; como encontrarme a mí mismo cuando no soy substancia completa?

 

Toda relación causal es contingente me dijeron, pero te juro que yo sin vos no soy, y eso es causa necesaria.

 

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