Eras perfecto.
Desde el cuerpo hasta los sesos,
Hombre y caballero,
Meticuloso y atento,
Sobreprotector y correcto.
Eras esa perfección
De la que nadie desconfía.
Ojos de cielo, lucero, aparcadero de mil deseos,
Piel pálida y tersa, tegumento aterciopelado que invitaba a acariciar y acariciar...
Casi dos metros de humanidad bien lograda,
el porte de un pura sangre
que difícilmente olvidaria cualquier retina.
Eras el deseo de cualquier muchacha.
Sin embargo desconfié.
Lejos de querer hacerte daño
preferí seguir caminando y
Ordenar mis pecados.
Primero creí desconfiar de ti.
Luego comprendí que desconfiaba de mi.
Cómo podría complacerte?
Cómo podría saciar tu plenitud de espíritu sin karma?
Burra, fea, desordenada,
imperfecta, inacabada, distraída y mal arriada...
Eras tan perfecto.
Que me aterraba ser muy poco.
O lo que era peor,
me descubriras mojigata,
Qué te dieras cuenta
Que lejos andaba de la apariencia
que todos contaban,
si al final yo era una artesana del engaño;
vendiendo buzón por casa.
Tan tan tan,
que la campana me impaciento.
Tan tan tan.
Quien me había vientratado?
Solamente vos!
Aveces te extraño tan impoluto.
Aveces quisiera no haberme acobardado.
Aveces solo aveces,
Te recuerdo tan precioso tesoro.
Te perdí desde aquel momento
En qué desconfié,
no de ti; sino de mi.
Yo sola, tan timorata!!