columpiarme en sus lánguidas y delicadas hojas
penetrar en cada gota de la primera lluvia del alba
y volar con la acariciante brisa de la mañana.
Quisiera sentir por un instante
el vuelo del ave no enjaulado
Quisiera ser destello y color
en el cuerpo ajado por el dolor
Quisiera ser los ojos despiertos
en las cuencas vacías de cadáveres descompuestos
Quisiera ahogarme en las olas
de vaivenes de mareas deshechas
Quisiera ser grieta de la solitaria ciudad
y dormirme en el silencio de su asfalto
Quisiera seguir divagando
en las camillas de pasillos blancos
Quisiera acunarme en el eco
del sonido,
del miedo.