Siempre dijiste que
me amabas que no
podrías vivir sin mí;
no niego, no miento
esas palabras conmovieron
mi corazón aletargado.
Tu amor pronto se
hizo infierno; calcinaba
tus golpes sutiles en una
caricia, en una mirada,
en la conversación con amigos.
Cada día el miedo
ese fantasma caprichoso
tiraba el champú
manchaba tu corbata
escondía las llaves;
cada noche la zozobra
la angustia de tropezar
con tu cuerpo, tu mente
tu corazón que lastimaba
mi cuerpo, mi mente mi
corazón.
Hoy a través del cristal
vencido de este viejo
edificio, recuerdo mi vida
y comprendo porqué
fuimos la pareja perfecta.
Namid A
(Abril 03 de 2.009)