En ese tambaleo de pastero apagado
sin poema al tarro en flor
flor furiosa floribunda
oriunda de pantanos insipientes
habitados por motas resinosas
creadoras de parsimoniosas resurrecciones,
y de neuronas que mas das
en cigarrillos proféticos
hechos con cardos poéticos
que maduran junto
alambradas frenéticas
redentoras enjauladas
cercadas, rodeadas
por manos, calladas, cerradas
las palmas, lavadas
o colgadas o clavadas
como buen cristiano crisantemo:
el señor de los abismos es una flor;
el poema: una yegua mal parida;
bastarda, solapadamente dulce
furiosamente tierna, a ratos, zorra,
algunas noches, monja,
concubina del cura, sacristán,
en otras palabras, empírica turgente
algunos olores a detergente,
videntes sanguijuelas amigas
del presidente, o
presidenta,
tantos presentes
delatan lo muy consentida que es,
pincelada a diario
de cableado eléctrico y jugos vaginales
virginales putas de convento
creadoras de sendos ungüentos
misteriosos
como caja redonda
tablero roído
rompido, con participio irregular
como el poema
irregularmente sonoro
disfuncionalmente funciona la función temática
temáticamente incierto, por cierto,
poemas, cabros se puede hacer lo que quiera