Esta es la historia de cualquier andante, puede ser mi historia o tal vez la tuya,¡ qué más da!, eso no es importante...; esta es la historia sobre la verdad y la mentira, es la historia de la vida y la muerte, es la historia de luchadores y perdedores, es la historia de dos mentes, del bien y del mal; es la historia de dos destinos diferentes y un único final para ambos....
Despertó a la vida una oscura mañana estival, las malas lenguas comentaban que tuvo la mala suerte de nacer en pleno eclipse solar, pero quién puede asegurar tal hecho, quién posee el don de ese conocimiento, esa sabiduría se nos queda tan grande..., en fin, que cada cual juzgue lo más conveniente para su conciencia, yo tan solo me limito a narrarles los acontecimientos como siempre se han narrado, de generación en generación.
Despertó a la vida y no emitió nada, ni un grito, ni un mal llanto; minutos más tarde aquél cuerpo que durante tanto tiempo la había albergado se marchó y aquél corazón que durante tantas horas la había mimado con ternuras y hermosas palabras se paró.
Las viejas comadronas del lugar relataron que entonces ella aulló como un fiero animal herido, como la carroña antes de ser despedazada, como un viejo santuario antes de ser profanado...
Fue mujer antes de ser niña, qué ridícula vida, más ella no lo había dispuesto así, simplemente se limitaba a vivir, o mejor dicho a malvivir...De su infancia poco hay que contar, una página en blanco, un lapso de tiempo perdido o anclado a ningún momento eufórico determinado...La infancia pasó y aquella mente se había acrecentado por la miseria que la desbordaba, por los incansables fracasos y por las humillantes horas mezcladas de amargos vómitos alcoholizados, del sudor de borrachos en derredor y del sabor dulzón de la sangre...
Su sueño... poseer el don de la palabra, poder llevar un poco de ilusión a aquellos corazones que a igual que el suyo estaba inerte aún antes de haber nacido; su alegría...imaginarse fuera de todo lo cotidiano y tedioso que la embargaba, del día a día, de las horas e incluso de los minutos y elevarse, elevarse por encima de toda la mediocridad que la asfixiaba...no era la primera vez que lo hacía y con seguridad tampoco sería la última, sencillamente se alzaba y desaparecía, pero no escapaba,¿a dónde podría ir?, ella que no era nada y que nunca lo había sido...Su fracaso...caer una y otra vez, reiteradamente, y volver a la realidad de su vida y de su condición desdichada.
Y así como por arte de magia invocó una tarde de verano, en el crepúsculo estival, donde la luna se confunde con el sol y éste con la luna, donde ambos se funden por un instante para que el Sol pueda descansar placidamente y la Luna despierte al regocijo de risas y suspiros de los primeros amantes..., a la muerte, o mejor dicho a su madre, a la cuenca materna, a la desdicha de toda su vida, a la soledad, al silencio, al sufrimiento, a las palizas, a los abusos, y por unos minutos, no supo bien a que o a quien estaba llamando o simplemente si se estaba designando así misma.
Extenuada le sobrevino el sueño y se acogió a él como un naufrago se amarra a su tabla de salvación, al fin y al cabo, era lo único bueno que poseía y además era suyo; y acaso pensáis que se le apareció su madre?, no, demasiado fácil y sencillo y demasiada suerte para alguien que nunca la había poseído; ya sabéis que su madre estaba muerta y pocos son los muertos que se levantan de sus tumbas para hacer una visita a domicilio. No, por que ¿de qué hubiera servido que su madre se hubiese vuelto nítida y la hubiera contemplado?,¿con qué propósito?; la hija le hubiera echado en cara su muerte y su abandono, la madre se hubiera justificado con no ser ella quien posee la voluntad a cerca de la vida y de la muerte, la hija la odiaría, de hecho odiaba su nacimiento, se odiaba antes de nacer, odiaba esa semilla, fruto o concepción, llámese como quiera.
Así que simplemente se durmió, y si soñó a mí desde luego jamas me contaron nada sobre ese momento, o tal vez y como suele ocurrir con las narraciones a través del tiempo, de generación en generación, aquel retazo de imaginación se hubiera quedado varado en el espacio.
Veamos, invocó a la muerte pero nada, de hecho, aquella noche había invocando a los hijos de la noche, a los elfos del bosque, a las ninfas de las aguas, a las hadas de las estrellas, a la luna, al guardián del silencio, a la hechicera de la oscuridad..., había conjurado a todos los entes animados o inanimados que ella conocía; se había molestado en robar un poco de su jornal para adquirir unas velas, en la tienda de la esquina, que estaban a muy buen precio, con el objetivo de encenderlas y colocarlas en el quicio de la ventana, pero es que incluso había osado entrar en la Iglesia del
Buen Pastor y Nuestra Señora del Perpetuo, para sustraer en una oxidada taza de latón un poco de agua bendita de la pila bautismal, según ella para ahuyentar las malas vibraciones de su tosco dormitorio. Y ni por esa apareció ningún ente extraño que le ofreciera la solución a su desastrosa vida.
Se despertó al sentir el violento puntapié contra su estómago que su padre acostumbraba a darla, aunque esa mañana aún con un mayor motivo, ya que éste había descubierto su pequeño hurto del día anterior. Se despertó y después de permanecer por unos minutos encorvada esperando resistir los siguientes embistes que aún faltaban por llegar, miró a su derredor y todo permanecía igual, todo, excepto que las velas se habían consumido en la ventana, se limitó a mirar y dejó de creer en los cuentos de hadas. Se levantó, se mal-lavó y se dispuso a salir de la casa para ganar su jornal y a la vez intentar recuperar parte de lo que el día anterior había sustraído, y decidió dejar de pensar en hechizos y magias, en la existencia de su ser, simplemente dejó de pensar y creció, se alzaron por encima de ella muchos años mas que no correspondían ni a su cuerpo ni a su edad.
Y os preguntareis, que tiene de especial esta narración, supongo que siempre existe un rayito de luz o de esperanza, o como solía decir mi abuela, siempre hay que saber buscar y hallar lo positivo de cualquier situación negativa; pues bien, aquella tarde cuando regresaba a su casa, con la mente en blanco, vacía, recordar que así ella lo había decidido esa misma mañana, fue alcanzada por un rayo, al menos eso aseguraron varias vecinas que en aquel momento lo presenciaron, y os preguntareis que tiene de especial ser alcanzada por un rayo; supongo que aparte del dolor, o de la muerte nada mas, aunque también dicen que si un rayo no te mata, ya no te mata ninguno; y bueno, yo no sé si a ella la mató o no el rayo, simplemente desapareció, se evaporó; eso sí no antes de emitir el mismo aullido que emitió unas horas después de su nacimiento, cuando su madre decidió abandonar su cuerpo; sin embargo y lo más curioso de todo es que, y cito con las mismas palabras que a mí me redactaron los hechos, de la misma forma que se había estando haciendo, ya sabéis de generación en generación, que aquel día había habido un eclipse solar, que por unos minutos el cielo se había oscurecido...; ¡vaya que asombrosa coincidencia!.
Ya sé que esto os sonará a cuentos de viejas alcahuetas, pero yo y ya os dije desde el primer momento, simplemente me limito a narrar los acontecimientos tal y como me han llegado a mí, es más hay quien asegura que fue un caso tan extraño que ocupó la portada del periódico dominical junto con el eclipse solar, y que durante muchos años ese periódico había estado guardado como prueba fehaciente por alguna de mis antepasadas generaciones, pero que a igual que la niña un día desapareció.
Yo no sé ustedes, pero tan solo quería contaros esta historia que a mí me llegó hace unos años y que seguramente yo seguiré contando a mis generaciones venideras, o por lo menos, intentaré que no se pierda ni en el camino ni en el tiempo. No sé si esta historia tiene un rotulo que lo encabece, ni siquiera sé si la niña tenía un nombre, me imagino que como todas las niñas alguno tuvo que tener, aunque a mí esa información no me llegó nunca, así que cada vez que cuento esta historia yo la llamo “El Rayito”, decidí bautizarla así en honor a la niña, por que a pesar de todo era chiquita, al fin y al cabo, no debemos olvidar que era solo una niña.